Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. En filosofía
El sistema educativo estos últimos días viene promoviendo en los padres que vayan y soliciten los resultados de sus hijos en la prueba censal aplicada el año pasado y que determina según ellos la situación académica de sus retoños.
Imagino a los padres, felices y orgullosos cuando se les informa que su menor hijo está por encima del promedio augurando así que sus hijos serán los Steve Jobs o los Mark Zukenberg de este siglo, nada más erróneo en esa idea que vaticinar que porque tu menor hijo saca aprobado su vida futura está asegurada en el éxito.
Y noto también el rostro de aquellos padres que miraran la nota obtenida y cuando les digan que su hijo no alcanzo el promedio y que debe mejorar; esos padres pensaran que sus hijos están condenados al destierro y el fracaso perpetuo, nada más falso, sacarte cero o en proceso no determina que tu menor hijo sea un estropeado a posterior.
Imagino también el rostro de los colegas maestros, alegres porque sacaron buenas notas sus educandos, esperan con ansias la bonificación y se sienten orgullosos de lo que han logrado, sus padres se ponen contentos y exhiben sus resultados ante los ojos públicos, exaltación pragmática y ruin viniendo de una profesión cuyo baluarte es el servicio y no el orgullo banal.
Pero también imagino el semblante y la actitud de los maestros que al ver los resultados agacharan la cabeza y pensaran que a pesar de todos sus esfuerzos, no lograron la meta trazada, el sueño de que aprueben sus estudiantes y ahora vendrá la crítica social, el rumor malvado generado por padres de familia que piensan que una prueba determina la calidad del docente, del maestro y del profesor, nada más escueto si se trata de hablar sobre el verdadero aprendizaje.
Los resultados de una prueba no determina el éxito de un estudiante; tampoco del Maestro de los estudiantes, ya que la responsabilidad de formación ideal es integral en todos sus aspectos, no es culpable el profesor del magro resultado sino también los padres, el entorno social y más aún las influencias del estudiante.
Las pruebas siempre se han dado y se han generado, sus resultados pueden hacer ver un panorama alentador y en otras prevaricador contra el alumno y el docente; pero como la lógica del sistema educativo es el resultado , pues premia al que logra aprobar una prueba y denigra a quien no logra superar sus básicos términos.
Estos exámenes ya se vienen dando varios años, y los niños y adolescentes que sacan buenas notas en las pruebas del Estado, una buena parte no saca buenas notas en los exámenes de admisión a las universidades y tecnológicos del país, los niños y adolescentes que sacan buenas notas en las pruebas del sistema educativo no saben jugar futbol tocar un instrumento musical peor bailar o danzar ni siquiera la chunguinada.
Se trata de formar completo al infante, niño y adolescente, de educarlo para la vida y no para un examen cognitivista, de que sea un ciudadano que cante , que baile, que viva su edad, y no que este encarcelado en la jaula pedagógica de un sistema que trata de formar máquinas y no seres humanos.