La pérdida de memoria en los ancianos está originada frecuentemente en la presencia de un síndrome de demencia, o de Alzheimer. La demencia se caracteriza por un deterioro persistente y adquirido, del funcionamiento intelectual, que afecta al menos a tres de las siguientes áreas de la actividad intelectual: memoria, lenguaje, personalidad, afectividad, habilidades viso espaciales, cognición (cálculo, juicio, abstracción, funciones ejecutivas). Estos trastornos psiquiátricos tienen una prevalencia del 5% en mayores de 65 años, llegando al 20% en mayores de 85 años.
Es necesario realizar una evaluación clínica, para determinar el origen de la demencia. Dicha evaluación incluye: examen somático y psiquiátrico, entrevista con un pariente cercano, exámenes de sangre, radiografía torácica, TAC o RMC, examen de LCR.
La evolución del Alzheimer comienza con pérdida de memoria, luego cambios en el carácter o la afectividad, desorientación, afectación del lenguaje. Las dispraxias, deterioro del pensamiento y de la capacidad de juicio, aparecen de forma brusca y tardía. Mientras que la demencia vascular tiene una evolución distinta: luego de varios infartos cerebrales, aparece con un inicio más brusco, con síntomas neurológicos y afectación emocional precoz, acompañado por un deterioro escalonado típico, diferente al deterioro progresivo del Alzheimer.
En ambas clases de demencia, son de gran importancia los síntomas psiquiátricos: apatía, agresividad, insomnio, deambulación incontrolada, delirios, agitación, depresión. Dichos síntomas ocasionan una pérdida en la calidad de vida del anciano, y pueden condicionar el ingreso a una residencia.
Adquisición de información nueva. Es repetitivo: tiene problemas recordando conversaciones, sucesos recientes o citas; coloca mal los objetos
Capacidad espacial y orientación. Tiene dificultades para conducir, organizar la colocación de objetos y orientarse en lugares familiares.
Lenguaje. Manifiesta dificultad para encontrar palabras y mantener conversaciones, especialmente con varios interlocutores.
Capacidad de juicio. Incapaz de ofrecer un plan razonable para abordar problemas en casa o en el trabajo; descuida especialmente las normas sociales
Realización de tareas complejas. Tiene dificultades en la realización de tareas que impliquen pasos sucesivos y coordinados, como cocinar.
Comportamiento. Aparece pasivo, ausente, apático, irritable, desconfiado o inadecuado
SÍNTOMAS NO COGNITIVOS:
Pensamiento y percepción: Delirios, Alucinaciones, Falsos reconocimientos.
Afectividad: Depresión, Manía
Personalidad y comportamiento. Cambios de personalidad, conducta como estados de irritabilidad e impulsividad
Los estudios revelan que la prevalencia de trastornos psiquiátricos entre la población anciana es de 15-20%. Dichos trastornos coexisten muchas veces solapados con las manifestaciones del envejecimiento normal como la confusión aguda, pérdida de memoria, depresión, insomnio, ansiedad.
FIORELLA PORRAS PORTILLO Psicóloga |