En la actualidad, cursa el décimo ciclo y se ubica entre los tres primeros puestos de su promoción.
Ya trabaja en el diseño y construcción de una máquina etiquetadora para galoneras rectangulares.
Sin proponérselo, Frank Seminario Jiménez encontró en las matemáticas la mejor herramienta para salir adelante. Desde pequeño, él se entretenía resolviendo los ejercicios que su profesor dejaba como tarea. Gracias a su habilidad con los números, no solo representó a su colegio en diversos concursos escolares, sino también empezó a enseñar esta materia con tan solo 13 años a niños, adolescentes y jóvenes. Su talento lo llevó a ingresar en el primer puesto a la carrera de Ingeniería Mecatrónica en la Universidad Nacional de Piura y ser becado por el Estado peruano.
“Me gustaba resolver los problemas matemáticos, lo más divertido era llegar a la solución a partir de teoremas que yo sabía que podía aplicar”, dice el joven de 21 años, natural del distrito de Castilla, en Piura. Sus profesores identificaron lo hábil que era para los números, así que desde el quinto de primaria lo motivaron a participar en concursos de matemáticas que se organizaban entre los colegios del distrito y de la región, donde obtuvo buenos resultados y le permitieron mejorar mucho en este curso.
“Yo no lo tomaba como una tarea, sino como una oportunidad para aprender. A veces mis compañeros me llamaban para jugar, pero yo primero quería resolver los ejercicios”, recuerda Frank, quien ganó la Beca Permanencia del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. Su gusto por las matemáticas fue afianzándose, las clases del colegio ya no eran suficientes para él, así que empezó a revisar por su cuenta libros de la materia y ponía todo su empeño en resolver los ejercicios. “Cuando lograba la respuesta me sentía contento”, afirma.
Por iniciativa del director de su colegio, cuando Frank tenía 13 años y se encontraba en tercero de secundaria, empezó a enseñar matemáticas a estudiantes de grados superiores. “Yo los orientaba y reforzaba lo que el profesor dictaba en clases porque había chicos que tenían dificultades para aprender este curso”, dice el talento. Es así que nació su idea de dedicarse por las tardes a enseñar a niños y adolescentes de su colegio y barrio que requerían de sus servicios.
“Era una manera de ganarme algo para mis útiles escolares, pues en mi casa teníamos problemas económicos, el sueldo de mi papá no alcanzaba y yo quería ayudarlo de alguna manera”, señala. Pero su mayor satisfacción era ver cómo los estudiantes a quienes enseñaba iban mejorando poco a poco y empezaban a tener una mejor relación con las matemáticas. “Una vez preparé a una chica de tercero de secundaria que iba mal en el curso, pero con el tiempo ella ingresó a la universidad y me agradeció por haberle enseñado”, agrega.
Al culminar el colegio como uno de los mejores de su salón, Frank ya sabía que quería para su futuro: estudiar Ingeniería Mecatrónica. Luego de varios meses de preparación, ingresó a la Universidad Nacional de Piura en el primer puesto de su carrera y empezó a escribir otro capítulo de su vida. “Mi carrera es una sinergia de muchas ramas, involucra la mecánica, la electrónica, la parte eléctrica, la seguridad y control industrial, entre otros, que permite automatizar procesos y optimizar la utilización de los recursos, por medio del diseño, planeación y construcción de instrumentos y herramientas”, explica.
En la actualidad, el joven cursa el décimo ciclo y se ubica entre los tres primeros puestos de su promoción. El talento, hijo de un taxista y una ama de casa, sueña en grande. Al culminar su carrera, desea especializarse en la mecánica y la automatización industrial. “La mecánica es diseñar o construir máquinas, primero es el diseño para luego construirlo. Y la parte de automatización industrial es, aparte de tener una máquina, lograr que trabaje por sí sola, solo previa manipulación de un operario”, señala.
Máquina etiquetadora para galoneras
En esta línea, viene trabajando en la construcción de un prototipo, que se encuentra en etapa inicial, de una máquina etiquetadora para galoneras rectangulares, usadas como empaque para thinner, un disolvente químico muy utilizado en la carpintería, en la industria de la pintura y la automotriz. “Este trabajo, hasta el día de hoy, se hace de manera manual, dejando muchas imperfecciones en el acabado. Por eso, inicié, como parte de mi trabajo de tesis, el diseño de una máquina capaz de realizar el rotulado de cien galoneras en una hora que permita la reducción de costos en la producción”, apunta.
Frank tiene muchos proyectos. Sigue enseñando matemáticas en sus ratos libres como cuando tenía 13 años y no descarta convertirse en docente. Desea viajar a España a realizar una especialización y más adelante estudiar una maestría. Confiesa que todo lo que viene logrando es gracias al motor que le da energías para seguir: su familia, conformado por sus padres Manuel y Johana, y Dyland, su hermano de siete años. “La universidad es una carrera de largo aliento, pero al final tendremos la recompensa esperada que es convertirnos en profesionales. Por eso, invito a los jóvenes a seguir estudiando porque será la herramienta perfecta para lograr un Perú mejor”, concluye.