Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. en filosofía y CCSS
Volvemos a sufrir como país, a penar y escarmentarnos, todo por culpa de las mayorías que deciden mal y por los que nos gobiernan desde el Ejecutivo, Legislativo y Judicial de modo lastre y pésimo. Sucedió cuando un ciento de españoles vencieron a miles de indígenas en la plaza de Cajamarca, era increíble saber y notar como la astucia, la actitud ladina de Pizarro y sus socios nos vencieron, no hubo guerra, ni batallas, nos sometieron por lapso de nuestros enconos, de nuestras actitudes de divisionismo que ha sido siempre los motivos que no salimos adelante como sociedad.
Luego paso lo mismo en la época de la colonia, siendo nosotros los indígenas dueños de las tierras, nos impusieron hacendados y terratenientes, opresores para que disfruten de nuestra riqueza natural y desprecien la veta cultural e inmaterial, todo con la complicidad de la clase aristocrática criolla e incluso andina en algunas zonas del Perú virreinal.
Después el grito de libertad de Túpac Amaru fue despreciado y traicionado, esa conducta típica de los siervos de delatar es monótona en la tradición de liderazgo en nuestra patria, ¡si pasó con los indígenas de Túpac Amaru!, ¿porque no con una secretaria de escote asequible grabando a un presidente?
Tuvieron que ser dos extranjeros para dar una idea practica de libertad social a un país acostumbrado a ser miope y tener esa pose de gleba perpetua en sus habitantes, luego les exigimos ser dueños de nuestro destino y la fregoteamos, desde allí el Estado se convirtió en rapiña y de cada presidente fue habito mentirnos, al juez de ocasión cobrar para no castigar, al congresista de circunstancia lograr acrecentar sus bienes a cambio de hacer silencio después de denunciar.
Lo que pasa en la coyuntura actual no sorprende a quienes rasguñamos la historia del Perú, asombra a quienes no conocen el pasado, no la estudiaron, pero para los lucidos este es el país que gusta de repetir sus errores.
Si nos abandonó un presidente de la república en plena guerra con Chile robándose de las arcas del Estado para irse a Europa con la excusa de comprar material bélico, tuvo que llegar un gobierno militar y no democrático para devolver las tierras a los indígenas y gracias a ello nuestras comunidades tienen ahora mejores emprendimientos, algo que la democracia nunca le cedió; si hubo unas fuerzas armadas que dejaron que el terrorismo avance para echarle la culpa al estado democrático de su carácter débil de actuar, no sorprende lo que pasa en nuestro país, cuando se mueven las instituciones en pos de favorecerse a sí mismos.
No pasma lo que pasa en el actuar de la clase política de turno en el país, pero lo que te deja atónito es como al peruano le gusta cada época de la historia “dispararse a los pies”, joderse a sí mismo, fastidiar su progreso, limitar su evolución no solo de él sino también de sus conciudadanos, eso si te deja boquiabierto.
Tiene sentido lo que canta el filósofo y chichero Tongo, “sufre peruano sufre”, nuestra historia es angustia, pesadumbre, y aflicción perpetua.
Nos azota la pandemia del covid 19, nos azota el aislamiento, el distanciamiento y ahora peor nos castiga inmisericorde esos congresistas que una mayoría eligió y que son peores que este
virus ya que no solo matan con sus decisiones a un país en emergencia sino también asesinan a las futuras generaciones de peruanos con su aprobación de leyes pro involución social.