Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. En filosofía
Quiero fumar el puro de la comprensión pero no se puede en un lugar donde solo espiran intolerancia e inmodestia, entonando romanzas de incapacidad y resignación, vaya románticos de callejón y burgueses que beben chinguirito y no lúpulo.
La fumarada de la “acción poética” vale más en mi conciencia que un cheque de mil soles que tiene cantidad pero no cuenta como valor, ya que con dinero se compra conciencia pero no ciencia, la conciencia acciona la palanca de la voluntad, la ciencia impone con su axioma siempre una verdad.
Cuando humeas por publica calle no es lisura social ni urbana, pero si es amonestado cuando lo haces en lugar ajeno, enclaustrado o privado, en el primer caso malogras el medio ambiente y en el segundo a tu prójimo, ¿cuál es más importante contaminar? Lógico al prójimo.
La fiesta del disfraz vaya te permite reconocer a quienes son en verdad, la máscara te hace real, la careta torna el individuo leal con su franqueza y apático con la hipocresía, con retrato de construcción fingida el “ser” manifiesta su “no ser”, y hace pretéritos que nunca podrá entonar de sano o de cara al viento.
El antifaz nuevamente muestra al héroe que nunca fuimos y que solo pretendimos en nuestra niñez, esa frustración psíquica que nos hace carga y que lamentamos no construir, la caratula siempre es “a posteriori” del verdadero ser, el “a priori” siempre ventea a desdicha y asunto falaz.
El traje distraído del tiempo y que hace uno para representar un pasaje de una época ida es quizás la voluntad de querer situarnos en aquel periodo, donde quizás hubiéramos vivido mejor, gozado mejor, sufrido mejor, pero solo aspiramos a cambiarnos para que en un carnaval podamos fingirlo, y por momentos decir yo soy el que no soy, un traje nos hace descollar nuestro yo inconsciente, hace saltar esa quimera de mostrar la única aspiración que debimos ser, pero por criticismos absurdos no hicimos real.
Mejor es fingir que ser lacónico, mejor ser romántico de etéreo bondad que positivista lógico con yapa de empirista, mejor no ser qué ser, el ser cansa, fastidia, es realista, aburre, mecánico cuántico de una fórmula que solo entiende el que no tiene tiempo para gozar ya que no puede por causas físicas de una ecuación inentendible pero por vocación solucionable.
Es por eso que viendo tanta gente convencida de una tradición puedes notar porque preferimos la ruleta de la doble cara y el falso discurso que la frontalidad y el real mensaje, lo esculpido no vende, la fantasía si, lo objetivo se queda en la tienda eterna del mercantilismo mientras lo fantoche, lo sensacional, lo impresionante es más rentable, genera más lucro y da más ganancia en todas sus manifestaciones.
Por eso sigamos siendo falacias, mostremos bolas y no teoremas, vivamos el correo de la intención y echemos el agua de la vida y la harina de la desdicha y la incomodidad al final la anilina se limpia y la harina se quita, lo que somos, eso solo queda para nosotros y lo que no somos para los demás que creen que eres lo que muestras que sois lo que pones delante.