Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. en filosofía
Si la desfachatez tuviese rostro, sería la de dirigente sub contratista, si la sinvergüencería tuviese cara, seria dirigente social con contrato en la gestión pública, si la maña tiene DNI, estaría registrado como proveedor o contratista de una entidad del Estado.
Todo ello confirma que en realidad no hay servicio de parte de algunos dirigentes de la sociedad civil, lo que hay es interés y estímulo para accionar algo, sin retribución financiera no hay movilización, ni protesta; sin promesas futuras de obras o sub contratos no hay ideal que empuñar ni bandera de lucha que alzar.
El Sancho pancismo no solo fue en los mineros, sino que contagio a los dirigentes de base de la sociedad civil, ellos entienden de que si hago algo es porque recibiré retribución económica más adelante, de razón los dirigentes de base gritaban, porque su voz y su grito estaba ya cancelado con planilla dorada, de razón andaban de aquí para allá, porque su paso ya estaba alquilado según sub contrato en la gestión estatal; así ,luchar por una causa tiene su precio, está tasado, no es gratis, y nosotros la sociedad civil cual cojudos se los hemos permitido, que mal, que decepción, que pena y lastima de hombres.
No hay peor moral que lucrar con los intereses de las colectividades, no hay peor manera de aprovechamiento financiero que utilizando a las necesidades de las masas, ellos, esos dirigentes de base han rentabilizado nuestras aspiraciones, los han puesto precio formal, han negociado la representación y se han enriquecido con nuestros encargos de voto comunal.
¿Qué hacer?, si la procacidad no tiene fiscal quien acuse, y el cinismo solo logra sanción moral, pero no legal, esta conducta es indecente pero esta sociedad la ampara, esta actitud es innoble y la sociedad lo acepta, vivimos entre disolutos y entre tarambanas porque perdonamos estos pecados gracias a la amnesia social que emerge cada cierto tiempo.
Todo aquel que se hace dirigente de salón, de sector, de barrio, de pueblo joven, ingresan para servir y terminan sirviéndose, muestran dadivosidad y terminan siendo crápulas, aprovechados, interesados, solo buscan fructificar sus cuentas utilizando y negociando los intereses sociales.
Y lo peor de la actitud tramoyista de estos, es que declaran negando lo que para todo el mundo es evidente, niegan lo que todos ven, que descaro, en fin, ¿Qué hacer?, pues que tire la primera piedra quien no ha utilizado una representación para robar, acaudalarse, sisar y rentabilizar a su favor, habrá pocos, pero de esos son los que tienen derecho a escupir a estas roñas, a estos mohos de dirigentes de base.